Restituir el poder a las mujeres: las matronas y la atención posaborto

Por Neha Mankani, matrona en Pakistán y asesora humanitaria y climática de la ICM
Hace unas semanas, una joven acudió a mi clínica de salud comunitaria en Isla Baba después de tomar unas pastillas que había comprado en una tienda local para provocar un aborto espontáneo temprano. La hemorragia no había cesado y, cuando llegó, se encontraba débil y ansiosa. Explicó que había tardado en buscar ayuda porque le daba vergüenza hablar con su familia y le preocupaba cómo podrían reaccionar.
Su historia no es inusual. En comunidades como la nuestra, al igual que en muchas otras de Pakistán, los cuerpos de las mujeres suelen ser tratados como si pertenecieran a todos menos a ellas mismas. Las familias, los suegros y los vecinos tienen opiniones muy firmes sobre lo que una mujer debe o no debe hacer. Esa sensación de propiedad comunitaria hace que a las mujeres les resulte difícil hablar abiertamente sobre la salud reproductiva, los abortos espontáneos o los abortos provocados. Cuando el silencio se ve reforzado por el estigma, las mujeres se quedan con pocas opciones seguras para recibir atención.
En Pakistán, las leyes restrictivas y poco comprendidas sobre el aborto alimentan la indecisión y el juicio entre los proveedores. La evaluación de 2023 del Instituto Guttmacher reveló que, aunque 80% de los centros ofrecen atención postaborto (APA), la mitad sigue utilizando la dilatación y el legrado (D&C), un método que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya no recomienda debido a sus altos riesgos. Solo alrededor de un tercio de los centros disponen de alternativas más seguras, como la aspiración manual endouterina (AME) o el tratamiento médico con misoprostol y menos de 30% de los centros de atención primaria cuentan con transporte de remisión. Por otra parte, el Consejo de Población ha documentado cómo las mujeres recurren con frecuencia a clínicas improvisadas, que a menudo son inseguras y no están reguladas, además de carecer de personal sanitario cualificado. En esos entornos, las mujeres no solo se enfrentan a técnicas inseguras, sino que también se pierden aspectos esenciales de la APA, como la prevención de infecciones y el asesoramiento. Cuando el estigma desalienta las conversaciones abiertas, el asesoramiento sobre anticoncepción a menudo se omite por completo, lo que deja a las mujeres vulnerables a otro embarazo no deseado.

Para las mujeres que ya se enfrentan al estrés climático, la pobreza y la débil infraestructura del sistema de salud, las consecuencias son devastadoras. Un aborto espontáneo o un aborto incompleto, cuando se maneja adecuadamente, puede llegar a convertirse en una amenaza para la vida si se descuidan los protocolos.
Por eso, en mi clínica proporciono tratamiento médico para el aborto incompleto con misoprostol, un método recomendado por la OMS y que se encuentra firmemente dentro del ámbito de la práctica de la partería. El misoprostol es asequible, estable a temperatura ambiente y seguro cuando se administra correctamente. Sin embargo, la medicación por sí sola no es suficiente. La APA es un paquete de cuidados y, como matronas, nuestra responsabilidad va más allá del tratamiento clínico. Nos aseguramos de prevenir infecciones, ofrecemos asesoramiento sobre lo que se puede esperar a nivel físico y emocional, además proporcionamos orientación clara sobre cuándo buscar ayuda adicional. Gracias al Modelo de autocuidado de la OMS, las mujeres pueden completar su tratamiento de forma segura en casa, con conocimiento, privacidad y dignidad.
Dado que pueden surgir complicaciones, en nuestra clínica también hemos incorporado mecanismos de remisión seguros en nuestro modelo de atención. Si una mujer necesita un apoyo más especializado, nos aseguramos de que haya una vía clara hacia una atención de mayor nivel y que no se vea obligada a afrontar sola el estigma o las barreras de transporte. Incluso en entornos con pocos recursos, una comunicación cuidadosa y unos vínculos de confianza hacen que la atención sea más segura.
Esto encarna el espíritu del Cuidado Materno Respetuoso (CMR), que, aunque a menudo se discute en relación con el parto, es igual de vital en la PAC. Proporcionar una atención respetuosa significa escuchar sin juzgar, ofrecer privacidad en lugares donde las experiencias de las mujeres rara vez son propias y apoyar las decisiones informadas, incluidas las relativas a la anticoncepción. Significa reconocer la pérdida de las mujeres, validar sus experiencias y tratarlas como dueñas de sus cuerpos, no como sujetos de control comunitario.
La joven que acudió a mi clínica ese día pudo completar su atención de forma segura y se marchó con una comprensión más clara de lo que le había sucedido a su cuerpo, cómo gestionar su recuperación y cómo protegerse en el futuro. Lo que marcó la diferencia no fue solo el tratamiento en sí, sino también el apoyo sin juicios y con información fiable.
Cuando las matronas prestan la APA siguiendo directrices basadas en la evidencia, prestando atención a la prevención de infecciones, el asesoramiento y las vías de remisión, contribuimos a garantizar que las mujeres reciban la atención segura y respetuosa que merecen. Al hacerlo, reforzamos la confianza de las mujeres en su propia salud y en sus decisiones.